C Ó M O E N TA B L A R U N A C O N V E R S A C I Ó N C O N U N A D E S C O N O C I D A

TRES CLAVES
- Mostrar empatía para crear un ambiente de apertura y conexión.
- Hacer una pregunta que fomente la elaboración y la profundización de la conversación.
- Superar barreras de etiquetas y creencias limitantes de género.
Es importante considerar las intenciones detrás de nuestras acciones, pensamientos y decisiones, ya que estas intenciones definen la orientación y la naturaleza de la relación que se está formando en ese momento. Esto es fundamental, ya que todas nuestras acciones y omisiones, recaen exclusivamente en nuestra responsabilidad individual. Somos quienes decidimos establecer límites y definir la dirección de esa comunicación desde el inicio. Tanto el lenguaje verbal como el no verbal, incluyendo gestos, miradas y posturas, son elementos que nos pertenecen en términos de responsabilidad. A partir de ahí, nuestra función es observar y aprender del interlocutor.



En la continuidad de mi rutina, me dirigí a un bar con el propósito de sumergirme en el placer de saborear un té. Agosto, un mes en el que la mayoría opta por sumergirse en el abrazo de unas merecidas vacaciones, se tejía un ambiente de descanso y desconexión a mi alrededor. El aire mismo parecía impregnado de relajación, un suave susurro que invitaba a deleitarse en el presente. El calor del verano se hacía sentir con intensidad, y conforme el sol trazaba su camino en el cielo, sus rayos comenzaron a acariciar directamente las hojas sobre las que volcaba mis pensamientos. La concentración se volvía una tarea titanesca, como tratar de atrapar el viento en la palma de la mano. En busca de respiro, alcé la mirada en busca de refugio en una nueva mesa, donde la sombra compasiva del parasol pudiera brindarme su protección. Tras solicitar gentilmente a los amables dueños del establecimiento, me permití cambiar de lugar, migrando de la mesa que recibía directamente los rayos del sol hacia otra donde la benevolente sombra era más prominente.
Siguiendo mi ejemplo, un cautivante efecto dominó se desencadenó entre otros comensales. Distancias físicas se acortaron mientras la sombra nos congregaba en su abrazo refrescante.
Desde aquel instante, mi actitud afable y de profundo respeto, tejieron el tapiz de mi interacción. En un momento lleno de sinceridad, liberé un exhalo cargado de calor y exclamé: «¡Vaya, hace calor!». Esta afirmación se convirtió en el cimiento para que la comunicación floreciera con la mesa de al lado. Sin interrupción, planteé una pregunta abierta: «¿Están de vacaciones?». Mis palabras quedaron suspendidas en el aire, danzando entre nosotros como un hilo de curiosidad. Mi sonrisa sincera y una mirada que se encontró con la de cada uno de los presentes sellaron el momento.
Las respuestas fluyeron como notas en una conversación melódica, «Se nota que tú no lo estás», fue la respuesta cómplice que saltó de los labios de aquellos a quienes dirigía la pregunta, como una brisa fresca en pleno verano.
A partir de aquel instante, surgieron hilos de comunicación que se desplegaron a lo largo de cuatro horas inolvidables.
Los temas brotaron como flores en primavera, y uno de ellos, quizá el más candente de la actualidad, se erigió con elegancia: la electricidad. Me sorprendió descubrir que este era el campo laboral de mis nuevos compañeros de charla. La energía eléctrica, como todos sabemos, se alza como una destacada alternativa en el panorama de las energías renovables. Con una mirada perspicaz, compartieron su valiosa perspectiva, subrayando que la senda hacia motores eléctricos de alta calidad requiere años de dedicación.
La conversación no se detuvo ahí. Nos aventuramos en la esencia misma de la comunicación saludable y la importancia de tender puentes robustos entre individuos. Como almas curiosas, exploramos la sutil danza de interpretaciones y percepciones, buscando cómo forjar conexiones auténticas y constructivas que trasciendan palabras y gestos
Esta experiencia me dejó una conclusión profunda: la claridad en la comunicación, cuando se comparten las intenciones subyacentes, puede tener un impacto trascendental. Evita las malas interpretaciones y contribuye a disolver los chismes y rumores que a veces nacen en entornos como bares, etiquetados como «charlas típicas de taberna», a menudo liderados por voces masculinas.
La liberación de comentarios y expresiones propias de situaciones íntimas, que son interpretadas de manera descontextualizada, puede resultar en un desgaste innecesario. En mi opinión, esto podría ser consecuencia de la falta de educación en cuanto al respeto entre géneros y la formación adecuada sobre estos asuntos desde una perspectiva auténtica.
En este sentido, una de las lecciones que me transmitió la enriquecedora conversación con unos desconocidos, es que este desconocimiento, radica en una educación insuficiente en estos ámbitos. Si se abordara la educación de género y se promoviera un entendimiento genuino desde temprana edad, muchas de estas barreras y malentendidos podrían disiparse.
¿Has experimentado situaciones similares en las que una comunicación más clara y educación en estos aspectos habrían marcado una diferencia significativa?
¡Comparte tus ideas y experiencias!


